Cuando el Señor les compartió la parábola del Buen Samaritano, lo hizo pensando en esta situación. Antes del samaritano había pasado un sacerdote y un levita, pero un samaritano fue el que ayudó. A pesar de este tipo de ilustraciones los hebreos todavía tenían desprecio hacia este tipo de personas.
Los discípulos llegaron a Jesús para rogarle que comiera, pues era hora de la comida. V.32 Jesús responde acerca de una comida mejor. V.33 nos muestra que los discípulos quedaron desconcertados. En el v.34 nos describe lo que era la comida: hacer la voluntad del que lo envío y que acabe su obra. Encontramos dos elementos: La satisfacción de Jesús era hacer lo que su Padre le había pedido, y en segundo lugar no dejarlo a medias, sino acabar su obra.
Esta comida debía ser hecha con prontitud. V.35 nos habla de una situación espiritual, lo cual los discípulos tal vez no entendieron. Los campos se refiere a los lugares donde habitan las personas, que estaban listos para la siega. Jesús no transmite ningún elemento negativo. ¡Alcen los ojos, es posible la siega! A veces vemos la gente y observamos la dureza de su corazón. Esto crea en nosotros falta de fe.